Hoy algunos niños de 3º, 4º, 5º y 6º han contado un cuento para todo el colegio, elaborado en un taller de escritura creativa como parte de los objetivos de la clase de apoyo específico de pedagogía terapéutica.
¡Nos ha encantado! Lo han contado muy bien y la historia es muy bonita por eso queremos compartirla con todos vosotros.
¡Enhorabuena chic@s!
La Búsqueda de la Piedra
Mágica.
Esta historia sucedió en el año 2018. En el mes de Julio,
verano.
Ocurrió en Cercedilla (Cerca del Cercanías), en la Sierra de
Madrid, en un bosque de pinos. Los protagonistas de este cuento son:
Pablo, un niño de 10 años, alto, moreno, guapo, cariñoso y tímido.
Miguel, un niño de 11 años, de pelo rizado, moreno, flaco,
alegre y optimista.
Saray, una niña de 12 años, baja, rubia, lista, simpática,
con gafas y que tiene una vida secreta.
Y Oscar, un niño de 13 años, guapo, alto, sensible, generoso,
valiente y amable.
Para esta aventura que os vamos a contar llevan: walky
talkies, un cuaderno con un boli, una lupa, una mochila, una pala, una linterna, un silbato con sonido de búho para que
venga por la noche a ver si encuentra la piedra, un móvil, un cargador portátil, una brújula, unos sacos de
dormir y una tienda de campaña del Decathlon, (El Gato Largo). ¿Lo
pilláis? The Cat Long.
Unas cantimploras, maccheroni italianos con tomate, espaguetis
y pizza.
De postre: plátanos, manzanas, cacahuetes, nueces
y nubes de chuches para endulzarles la vida.
Y ya preparados empezaron la aventura. ¿Sabéis como empezó la
historia?
Con la mitad de un mapa del tesoro que encontraron en un
libro antiguo en la biblioteca de la casa de Saray.
Empezó la búsqueda de la piedra escondida. Los chicos
prepararon sus mochilas para ir a buscar la piedra mágica que curaba a todos
los enfermos.
Antes de irse pidieron permiso a sus padres. Se fueron
andando. El día estaba soleado. Mientras caminaban iban atentos. Buscaban pistas.
Empezó a llover y vieron un caracol al lado de un árbol.
El caracol se empapó, fue arrastrándose lentamente y vieron
que tenía una hoja pegada. Era un trébol de cuatro hojas que era de la suerte.
Miguel que era optimista dijo: - ¡Lo conseguiremos!
Para encontrar más pistas hicieron grupos de dos en dos.
Saray y Miguel miraron la brújula y fueron hacia el este y Oscar y Pablo fueron hacia el oeste.
Cuando se juntaron pusieron en común lo que habían encontrado:
Coordenadas escondidas dentro de un pino: 4º de longitud y 40º
de latitud
y unas manos con sangre pero, ¡Estaban Manchadas de Kétchup!
Las manos ponían números: tres, dos y cinco. Se formaba el
número 325.
Era la cantidad de manos que tenían que ir colocando en el
camino para llegar a una pista.
Se pusieron como gatos y empezaron a contar.
Cuando llegaron había un bache con una raíz, cavaron con la
pala y siguieron hasta lo más profundo y encontraron un cofre.
En el cofre,
arriba del todo, estaba lo prioritario de
esta historia: la otra mitad del mapa antiguo que habían encontrado en la
biblioteca de la casa de Saray.
En el mapa había una iglesia abandonada, una piedra brillante
y unos números: 40 y 4.
Miguel se dio cuenta de que eran las coordenadas que habían
encontrado escondidas en el pino.
Dijo Oscar: - Ya tengo hambre, vamos a comer. Empezó a llover
de nuevo, armaron la tienda de campaña y se metieron dentro para comer.
De repente escucharon un trueno y Pablo se asustó porque casi
se les vuela la tienda pero como había suelo en la tienda y estaba todo cerrado no
entró el agua.
Cuando paró de llover fueron a rellenar las cantimploras al
río
y vieron un perro guía dorado que estaba nadando. Su dueño le
estaba llamando porque era ciego.
¡Sultán Dorko, ven aquí!
Tenían que ir a encontrar la piedra porque el señor ciego
sabía que era mágica y se podría curar la vista.
Los niños le gritaron: - ¡TENEMOS
UNA MISIÓN! Busquemos juntos la piedra. Comenzaron a construir un puente
con un tronco de un árbol.
Fueron los 6 juntos contando a Sultán Dorko que iba delante.
El perro sabía el camino de la iglesia abandonada.
Se hizo de noche. Vieron una luz en la iglesia y se
acercaron.
Dentro había un sótano secreto. En una pared estaban las
coordenadas 40 y 4 que estaban buscando. Una luz iluminaba la entrada al
sótano, pulsaron la pared y se abrió.
Bajaron con una linterna por una escalerilla.
Oscar bajó primero porque era el mayor y el más valiente,
Saray bajó la segunda porque no tenía miedo, Pablo bajó tercero porque era el más pequeño y por último bajó Miguel porque era optimista.
Encontraron un cofre dorado y marrón.
El perro Sultán Dorko y su dueño ciego, Pepe, se quedaron
arriba esperando.
Los niños abrieron el cofre y estaba la piedra mágica.
Se sintieron sorprendidos, muy contentos, fue maravilloso.
Por fin a Pepe se le curó la visión acercándose la piedra a
sus ojos.
Acabó la misión y se llevaron la piedra de allí porque
pensaron que podían curar a todos los enfermos.
FIN
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